Entre Ritmo y Melodía
EL
MILAGRO MUSICAL DE VENEZUELA
Por Angela Parra.
Algo
que siempre me ha hecho sentir orgullosa de mi país es la actitud con la que
enfrentamos las cosas, en las dificultades nos crecemos y somos capaces de
enfrentar la vida con una sonrisa en todo momento.
Ese
es el caso de la iniciativa de la que hablaremos en esta oportunidad, El
Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela, una
muestra de crecimiento, esperanza y lucha, haciendo de la música una
herramienta de transformación social.
En
nuestra primera edición hablábamos de la música como un generador de emociones
y un instrumento de transformación social: El Sistema es la prueba de ello. Iniciado
en 1975, hoy este proyecto, que pertenece a la Fundación Musical Simón Bolívar
adscrito al Ministerio de Despacho de la Presidencia de nuestra Nación, cuenta
con más 700 mil niños, niñas y adolescente en su mayoría pertenecientes a un
bajo estrato social y residenciados en zonas rurales de Venezuela.
Es
así como, bajo la visión del Maestro José Antonio Abreu, se les permite a
nuestros niños a soñar con un mejor presente, léase bien mejor presente, porque
la transformación estoy segura que inicia desde el momento en que se le entrega
un instrumento musical a esos niños.
Niños
y niñas, a quienes las desigualdades sociales los puso en una situación de vida
vulnerable, hoy viajan por el mundo, hoy creen que los sueños pueden cumplirse,
nos regalan hermosas obras, poco a poco vamos cambiando la realidad de quienes
en el futuro serán los padres y madres de nuestra Venezuela y a quienes la
música le dio esperanza de vida.
Debo destacar además el talento que tienen,
porque no se queda solo en darle un instrumento a un niño, se trata de la pasión
que ellos logran desprender en cada nota que tocan, es como se nos engrandece
el corazón cuando vemos sus presentaciones en otros países con ovaciones de pie
y aplausos interminables, es verlos y pensar en ese don que posiblemente no sería
desarrollado de no ser por el amor por la música que tenían ese grupo de jóvenes
artistas en el 75.
Hay
que ver cuantas lágrimas me hizo caer la primera vez que vi a la Orquesta Sinfónica
Simón Bolívar, cosa que me pareció increíble en ese entonces por no ser amante
de la música clásica. Pero volvemos al tema de la música y su capacidad de
generar emociones, y es que tal vez aquel momento no se trataba de mis
preferencias musicales, la situación trascendía a los sueños que había detrás de
cada cuerda, a la sonrisa del niño después de acertar una nota, del orgullo de
saber que todo eso era una realidad en mi país.
Espero
que al menos una vez puedas vivir esa experiencia, presenciar lo que con tanto
trabajo, pasión y esfuerzo se convirtió en nuestro Sistema Nacional de
Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela. Mientras tanto, los
invito a ver este hermoso trabajo realizado por El Sistema Zulia y Froid
International. Nos seguimos leyendo.
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